viernes, 27 de febrero de 2015

el abuelo

El abuelo, un día,
cuando era muy joven
allá en su Galicia
miró el horizonte
y pensó que otra senda
tal vez existía.
Y al viento del Norte
que era un viejo amigo
le habló de su prisa,
le mostró sus manos
que, mansas y fuertes,
estaban vacías.
Y el viento le dijo:
"Construye tu vida
detrás de los mares,
allende Galicia".
Y el abuelo, un día,
en un viejo barco
se marchó de España.
El abuelo, un día,
como tantos otros,
con tanta esperanza.
La imagen querida
de su vieja aldea
y de sus montañas
se llevó grabada
muy dentro del alma
cuando el viejo barco
lo alejó de España.
Y el abuelo, un día,
subió a la carreta
de subir la vida,
empuñó el arado,
abonó la tierra
y el tiempo corría.
Y luchó sereno
por plantar el árbol
que tanto quería,
Y el abuelo, un día,
lloró bajo el árbol
que al fin florecía.
Lloró de alegría
cuando vio sus manos
que un poco más viejas
no estaban vacías.
Y el abuelo, entonces,
cuando yo era niño,
me hablaba de España,
del viento del Norte,
de la vieja aldea
y de sus montañas.
Le gustaba tanto
recordar las cosas
que llevó grabadas
muy dentro del alma
que a veces callado,
sin decir palabra,
me hablaba de España.
Y el abuelo, un día,
cuando era muy viejo
allende Galicia
me tomó la mano
y yo me di cuenta
que ya se moría.
Y entonces me dijo,
con muy pocas fuerzas
y con menos prisa:
"Prométeme, hijo,
que a la vieja aldea
irás algún día,
y al viento del Norte
dirás que su amigo
a una nueva tierra
le entregó la vida".
Y el abuelo, un día,
se quedó dormido
sin volver a España.
El abuelo, un día,
como tantos otros,
con tanta esperanza.
Y al tiempo al abuelo
lo vi en las aldeas,
lo vi en las montañas
y en cada leyenda,
por todas las sendas
que anduve de España.


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