jueves, 27 de marzo de 2014

valentina una niña

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Esta es la historia de Valentina, una niña que tuvo una vida con muchos altos y bajos. Cuando nació, fue todo tan rápido, que su mamá la tuvo en la casa, no tuvieron tiempo de nada. Era una hermosa niña rubia con ojos claros.

A medida que crecía, su vida transcurría como la de cualquier niña, hasta que un día se convirtió en una hermosa joven. Su madre nunca hablaba con ella.

Valentina fue al colegio y cuando terminó, comenzó a trabajar. Los primeros tiempos fueron duros, pues nadie le había enseñado nada, pero luego Valentina aprendió que la vida misma te va enseñando las cosas.

Con el tiempo, conoció el amor. A pesar de ello, nunca fue del todo feliz. Sin embargo, Valentía tenía muchos amigos, pues era una persona buena y transparente.

Conoció muchos trabajos, padeció algunas enfermedades, tuvo algunos novios y muchos amigos. Comenzó a pensar que en la vida, no todo es felicidad, que la misma se construye de a poco. Valentina pensaba que hay quienes la logran por un tiempo, algunos no la conocen jamás, pero aun así creía que la vida era maravillosa.

Valentina encontró su gran amor y con él formó una familia. De todas maneras, las cosas no fueron fáciles para ella. Más de una vez se preguntaba ¿por qué a mi?

Siendo ya una hermosa mujer, Valentina tuvo una preciosa hija, inteligente y en ese momento confirmó que la vida realmente tenía sentido. Se prometió no cometer los errores que había cometido con ella, por eso hablaba de todo con su pequeña.

Le enseñó a su hija que la vida tiene momentos buenos y momentos malos, que no hay nada perfecto.

Un triste día su esposo partió del hogar y Valentina quedó sola con su hija. No fue fácil, pero como ya tenía experiencia en abandonos, hizo todo lo que estuvo a su alcance para que su hija sufriera lo menos posible.

La vida seguía sin ser fácil para Valentina, esa niña de ojos tristes, que hoy era una mujer, pero no se daría por vencida.

Valentina sabía luchar como una leona. Trataría por todos los medios de que su hija no sufriera, o al menos sufriera lo menos posible.

Sabía que la vida era lucha y que debía seguir luchando. Nadie sabe lo que nos está esperando, pero Valentina no perdía la fe y creía que tanto ella como su pequeña serían felices con lo que les tocase vivir.


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